El aceite que daña al cerebro, al intestino y el hígado que solemos consumir en España
En los últimos años, la escalada en los precios de muchos productos básicos en España, como diversos tipos de aceite, ha llevado a muchas familias a tomar medidas como reusar más veces el aceite de freír. Por desgracia, esto puede tener efectos adversos muy serios sobre la salud, que en algunos casos podrían no ser evidentes en el corto plazo.
Ahora, un nuevo estudio presentado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Bioquímica y Biología Molecular y que se publicará próximamente en el medio Journal of Biological Chemistry ha encontrado que el consumo frecuente de aceite de freír reusado se asocia a mayores niveles de neurodegeneración y, por tanto, a una progresión más rápida de enfermedades como el alzhéimer o la demencia.
Aceite recalentado y daño neuronal
Según explica el portal de noticias sobre salud Medical News Today, concretamente este trabajo halló que las ratas alimentadas con dietas que incluían aceites de freír recalentados mostraban mayores marcadores de neurodegeneración que las ratas que recibieron una dieta estándar.
Las ratas se dividieron en cinco grupos diferentes: uno que fue alimentado con una dieta normal, otro con una dieta suplementada con aceite de sésamo sin calentar, otro con una nutrición suplementada con aceite de girasol sin calentar, otro con aceite de sésamo recalentado y otro con aceite de girasol recalentado. Estos patrones se mantuvieron durante un período de 30 días.
Por un lado, observaron que las ratas alimentadas con aceites reusados mostraban un mayor estrés oxidativo y una mayor inflamación en el hígado que sus contrapartes; también que se observaba un daño significativo en el colon, lo que alteraba los niveles de endotoxinas y lipopolisacáridos y era indicativo de la presencia de toxinas producidas por ciertas cepas bacterianas.
En experimentos secundarios, se empleó glutamato monosódico para promover neurotoxicidad, y así los autores observaron que los animales que habían recibido con aceites reusados eran más susceptibles al daño neuronal que el grupo que no había recibido aceite de ningún tipo o a los que habían recibido aceites no calentados.
Daños cerebrales específicos
En términos más amplios, el estudio reveló que las dietas que incluyen aceites recalentados conducían a niveles aumentados de colesterol LDL (colesterol malo), triglicéridos y marcadores inflamatorios. También se asociaron con un daño hepático y de colon considerable.
El consumo de aceites recalentados también resultaba en daños cerebrales específicos, sobre todo en áreas cruciales para la regeneración, lo que resalta el riesgo neurológico del consumo de aceites reusados.
Debemos tener en cuenta que el calentamiento de aceites a altas temperaturas altera su composición química natural de manera significativa, reduciendo su contenido en productos antioxidantes beneficiosos y en cambio formando una serie de compuestos dañinos como grasas transaturadas, acrilamida y aldehídos.
Dietas beneficiosas
Según explican los expertos consultados por Medical News Today, los procesos de recalentado repetidos también provocan el aumento de productos de la oxidación lipídica como las especies reactivas de oxígeno; la presencia de estas sustancias en el organismo puede dañar las neuronas y aumentar el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas.
Adicionalmente, dicen, las grasas oxidadas pueden afectar a la microbiota intestinal y por tanto impactar en la permeabilidad intestinal. A su vez, esto podría causar problemas como disbiosis, inflamación y disfunción de la barrera intestinal.
Todas estas evidencias resaltan la necesidad de evitar en lo posible el consumo de aceites recalentados, así como el de llevar dietas equilibradas ricas en compuestos beneficiosos como ácidos grasos omega-3 o compuestos antioxidantes. Un ejemplo claro de un patrón nutricional con estas características es la dieta mediterránea.
De la misma manera, escoger aceites de cocina con alto contenido en grasas poliinsaturadas (por ejemplo, el aceite de oliva) y optar por métodos que impliquen temperaturas más bajas puede ayudar a reducir los riesgos asociados a estas prácticas.